viernes, 23 de marzo de 2012

Un libro, un tesoro

En pocos días, el concreto el 2 de abril, se conmemora el Día Internacional del Libro Infantil, coincidiendo con la fecha del nacimiento del escritor danés Hans Christian Andersen. Esta celebración, más allá de ser uno más de los centenares que recordamos diariamente, me ha hecho rememorar aquellos años que era una tierna e ingenua niña, en la que los libros te mostraban nuevos mundos, te permitían hacer volar la imaginación y, como no existían mucha programación en la tele y ni siquiera existía Internet, los valorábamos más; eran un tesoro. 
Antes no necesitábamos que nos motivaran para coger un libro, ahora los colegios celebran Semanas de Animación a la Lectura o traen a escritores a clase para tratar que los escolares dejen las consolas o el ordenador y lo cambien por libros, aunque ahora casi les cautivarían más los libros digitales (donde esté el encanto y el olor de las páginas de un libro...). Si no fuera por esta labor, muchos niños apenas tocarían un libro y tengo que agradecer a una profesora, Gemma Virgós, que en el instituto no siguió motivando y no recuerdo la cantidad de resúmenes de libros que le entregué, más de los que nos pedía, y no perdí esa afición por la lectura.
Aún conservo muchos de esos libros, pero habrá tres o cuatro historias de las que siempre me acordaré y que seguro que hoy, como ha pasado con Harry Potter o con los vampiros de la saga de Crepúsculo, terminarían haciendo una película o una serie. Apuesto que muchos de vosotros conocistéis a Fray Perico y las divertidas aventuras con su borrico en el convento. También en las colecciones de Barco de Vapor leímos las historias de Fernando Lalana o el relato de Carmen Posadas sobre un extraño animal, un kiwi y las historias de Clara y su hermano Nicolás, las travesuras de Celia, de la que llegaron a hacer una serie, si no me equivoco. Y no me olvido de las poesías de Gloria Fuertes.
Ahora, lo tengo que reconocer, mi vida pasa delante de un ordenador y mis horas de lectura se condensan en mis días libres y vacaciones. Si tenéis hijos, animadles a leer, descubridles las numerosas historias y mundos que puedan encontrar en un libro, porque os lo agradecerán.



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